En nuestra infancia siempre fue un referente, después dejó de serlo en adolescencia para alejarnos de él buscando nuestra propia identidad y pasada esta etapa nos volvemos a reencontrar. Cuando nos convertimos en padres podemos entender muchas cosas, sentimos las preocupaciones, las alegrías por los avances de nuestros hijos, lo cierto que estas etapas nos reconcilian con su figura.
Mi padre me enseñó el valor de la igualdad entre todos los hombres, a estar sereno ante las dificultades, al valor del estudio y del esfuerzo, de él aprendí la importancia de ayudar al otro, de compartir entre los hermanos y de solucionar los problemas con el diálogo, el gusto por aprender, disfrutar de un buen libro, la compañía de amigos y de un buen vino; de él aprendí el disfrute por jugar en grupo, el caminar deleitándome en medio de la naturaleza y calentar la cama con el secador de pelo en las frías noches. Él suponía el límite: “hasta aquí puedes llegar” y a la vez supuso la libertad de poder explorar y de estimularnos a ir un poco más allá en nuestras limitaciones.
Cada vez que ocurría algo en mi vida con lo que me sentía desbordado, interiormente lo he llamado, incluso hoy de adulto tanto yo como mis hermanos, y ahora me doy cuenta que eso es obra de él, obra de su presencia como padre y hombre. Hoy me toca a mí reflexionar sobre mi propia figura como padre de mis hijos y le estoy agradecido a “mi viejo” de que me haya enseñado el valor de estar en la mente de mis chicos cuando están ante un apuro, tal como mi padre estuvo presente en la mía.
Mi padre me mostró que se puede y se debe luchar contra las injusticias y las desigualdades sociales, en un pueblo del sur de Tenerife como San Miguel de Abona trató siempre de promover la cultura y de forma desinteresada le echaba una mano a los vecinos del pueblo que lo necesitaban.
Creemos que es importante que cada uno de nosotros nos paremos a reflexionar sobre el papel de nuestro padre en nuestras vidas y le demos el reconocimiento a lo que nos ha aportado, sobre su importancia. Hoy ya entiendo sus limitaciones, pues uno no nace entendido, sino que aprende por el camino de la manera que mejor puede.
Este reconocimiento podemos guardárnoslo y silenciarlo, o por el contrario podemos hacerlo público, reconociéndoles lo que nos han aportado.
Hoy como padre sigue apoyando a sus hijos ante las dificultades y como abuelo se dedica a inventar historias y relatos que cuenta a sus nietos tal como que la última vez que vio a los reyes magos se puso a tirarles piedras, …cosas de mi padre.
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