Artículo publicado en el Diario de Avisos

Vengo preguntándome desde hace días porqué no nos permitimos expresar determinadas emociones;  no siempre se trata de aquellas que etiquetamos como negativas, pongamos: ira, rabia, miedo, vergüenza,…, entre otras, sino que podemos encontrar personas con una seria dificultad para expresar sentimientos de amor, ternura, aprecio.

Ramón es un hombre de cuarenta y tantos que tuvo un padre rígido y seco en la expresión de sus emociones; hoy, aunque él quiere mostrarles a sus hijos y a su compañera cuánto los quiere, no sabe exteriorizar sus sentimientos hacia ellos. No es que no los sienta, lo que pasa es que no sabe cómo hacerlo. Ello le provoca cierta sensación de frustración, de querer y no poder, porque necesita que su mujer y sus hijos sepan qué es lo que siente por ellos. Su movimiento se puede iniciar a través del acercamiento físico, un palmadita, una caricia, un abrazo, un beso, para ir así desbloqueando esa rigidez y sequedad en la expresión emocional. Comenzaremos por aquello que nos resulte más sencillo e iremos aumentando en intensidad y en frecuencia, hasta lograr que se normalicen estas actitudes en nosotros. La clave está en practicarlo una y otra vez, en sentir la emoción y en expresarla físicamente.

Otro elemento a tener en cuenta es la verbalización positiva de lo que sentimos: pongamos este mismo caso, una vez resuelto el acercamiento físico, comenzaremos a adjuntar a este contacto, la expresión verbal “te quiero”, “eres importante para mí”, “te amo”. Hemos de tener en cuenta que las primeras veces nos resultará difícil, pero tal y como nos ocurrió en la expresión física, al repetirlo una y otra vez lograremos integrarlo como una actitud más habitual en nosotros. Buscamos ser espontáneos, permitirnos una expresión libre de lo que estamos sintiendo y necesitamos un tiempo para practicar y aprender a modular, esto es, hacer coincidir la intensidad de lo que siento con lo que expreso, porque puedo decir “te quiero” gritando y lo que estoy haciendo en realidad es agrediendo con mis gritos.

El caso contrario, cuando no expresamos la emoción que tildamos de negativa, la censuramos como incorrecta o inapropiada, pero en realidad  se trata de poner límites y con ella solucionar la situación que nos causa conflicto. Darnos permiso para decir qué nos gusta y qué nos desagrada, intentando cuidar la forma de expresarlo para no dañar al otro, mostrar nuestro punto de vista sobre qué me hace feliz y nos provoca miedo y rechazo. En algunos de estos casos hay dependencia emocional, hay un miedo a expresar el rechazo porque si lo haces, temes ser abandonado y  quedarte solo; por ello muchas personas esconden lo que están sintiendo. Para estos casos la persona ha de ir reafirmándose, darse el valor y empoderarse. Atreverse a ser uno misma pese a que al otro no le guste. Finalmente es una cuestión de valía propia o autoestima. Darnos permiso para ser lo que somos.